Ha tenido Esperanza una revelación, al estilo de la beata Emmerick, pero comiendo (nadie la acusará de histeria, ni de bulimia, ni anorexia, a Esperanza, digo, la otra era una recopilación viviente de enfermedades nerviosas): la salvación está en Las Vegas. Juego, dinero, barra libre de impuestos y, si fuera necesario (no lo dijo porque estaba delante Ana, que es muy sentida en asuntos de decoro), prostitución legal y con alfombra roja.
Al día siguiente, algo defraudada por el escaso éxito de esa primera revelación, tuvo otra, que para eso los profetas tienen conexión directa con la divinidad y se les revela lo que les sale de los ovarios (o los cojones, en el caso más frecuente de profeta masculino), a demanda. La segunda revelación de Santa Esperanza ya la conocen ustedes: voluntarios para cubrir los servicios públicos. Qué locura esta de pagar bibliotecarios. Si los pobres quieren leer, que ellos mismos atiendan las bibliotecas públicas, joder, que es que lo quieren todo. Encima de que les traemos los casinos y las putas, nos vienen con que sus hijos tienen derecho a leer...
Solicito desde ahora mismo la beatificación de Esperanza, y que Mel Gibson haga una película con sus revelaciones, tal y como hizo con las de la beata alemana. Como le va la sangre (a Gibson, digo), que despedacen unos cuantos obreros, despellejen a los vagos de los profesores y quemen vivos a los niños que no alcancen la excelencia, o mejor, al estilo de la modesta proposición de Swift, que se los coman los parados y resolvemos dos problemas de una sola tacada.
Por último, como parece que para la divinidad, comer y revelar, todo es empezar, hoy leemos en El Mundo una "iluminación" de Arcadi Espada. A partir de un post muy interesante de un blog (que habla principalmente de la educación de adultos), el ínclito profeta llega a esta conclusión: "El colegio. Un dinosaurio costoso, infeliz e ineficiente." No quiero ni comentarlo, porque me pondría grosero, y porque hay gilipolluás que no merecen regarder. Eso sí, considero, en mi humildad, que si la Iglesia inicia el proceso para incluirlos en el santoral, el señor Espada y Esperanza deberían compartir altar, que estamos en tiempo de recortes y hay que beatificar y canonizar con moderación.